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Risky Play: 


Why Children Love It and Need It


To protect our children, we must allow them to play in ways deemed "risky."


Author: Peter Gray : "Freedom to learn"

Este artículo está publicado ( original en inglés ) en la revista Psichology Today. Se puede acceder a el,  pinchando en este link.


Imagen: niña de 3 años jugando con el riesgo de caerse. Para ella supuso un reto subir al banco y contemplar la sala desde un lugar más alto, alejado del suelo. El juego consistía en subir y bajar del banco, sin caerse y notando la altura desde el banco al suelo. Algo simple para un adulto, pero un gran reto para ella.  (Foto - Autor: Alberto Mohorte)


 

 

 

PETER GREY :

 

“JUEGOS ARRIESGADOS:


PORQUÉ A LOS NIÑOS LES GUSTA Y LO NECESITAN” 

 


Artículo traducido por Alberto Mohorte Medina ( Marzo 2022)

 


Para proteger a nuestros hijos, debemos permitirles jugar en espacios denominados como arriesgados. 

 

El miedo, podemos pensar, es una experiencia negativa que debe evitarse en lo posible. Sin embargo, como saben todos aquellos que tienen hijos, a los niños les encanta jugar en espacios de riesgo. Espacios que combinan la alegría de la libertad con la medida correcta de miedo para producir una combinación estimulante a la que llamaremos emoción. 

 

6 categorías de juegos arriesgado 

 

Ellen Sandseter, profesora noruega, de la Universidad Reina Maud, en Trondheim, ha identificado a 6 categorías de riesgo que aparecen siempre que juegan los niños. 


 Son estas: 


Grandes alturas: los niños escalan árboles y otras estructuras hasta una altura que les da miedo. Desde allí tienen una visión de ojo de pájaro del mundo y de un sentimiento de emociones del tipo lo hice. 


Grandes velocidades: los niños disfrutan balanceándose en ramas cuerdas o columpios deslizándose en trineos, esquís, patines o toboganes, tirándose por unos rápidos en troncos o barcos, y conduciendo bicis patinetes u otros dispositivos lo suficientemente rápidos como para producir la emoción de estar próximos a la pérdida de control. 



    Imagen: unión de las tres primeras categorías de juego arriesgado de Ellen Sandseter: Grandes alturas, grandes velocidades y herramientas peligrosas. (Foto - Autor: Alberto Mohorte) 


Herramientas peligrosas: dependiendo de la cultura, los niños juegan con cuchillos, arcos y flechas, maquinaria y herramientas de granja donde el trabajo y el juego se combinan, u otras herramientas que pueden ser potencialmente peligrosas. Hay desde luego, una gran satisfacción en la manipulación de esas herramientas, pero hay también una emoción controlada en ellos, ya que saben que un error puede herirles. 


Elementos peligrosos: a los niños y niñas les encanta jugar con fuego, o dentro o alrededor de aguas profundas, sabiendo que pueden ser peligrosas. 


Juegos sin reglas del tipo “peleas”. Los niños se persiguen unos a otros y luchan normalmente en broma, prefiriendo por lo general la posición más vulnerable que es la de ser perseguido o la del que está abajo en la lucha libre. La posición que implica el mayor riesgo de ser herido y requiere más esfuerzo o habilidad para liberarse. 


Desaparecer (El escondite) A los niños pequeños les gusta ocultarse y tener experiencias emocionantes de corto tiempo como el miedo a la separación de sus compañeros. Los más mayores se separan por sí mismos alejándose de los adultos a territorios que para ellos son nuevos y están llenas de peligros imaginarios, incluyendo el peligro de perderse. 

 

EL VALOR EVOLUTIVO DEL JUEGO ARRIESGADO 

 

Jóvenes mamíferos también disfrutan del juego arriesgado. Jóvenes cabras saltan por el aire a caminos donde el aterrizaje es difícil Jóvenes monos disfrutan balanceándose de rama en rama en los árboles lo suficientemente lejos unas de otras para que se convierta en un desafío y que sus habilidades estén disponibles para controlar una caída que podría herirles. Los jóvenes chimpancés disfrutan colgándose de altas ramas y cogiéndose a las más bajas justo antes de golpearse contra el suelo. Jóvenes mamíferos de muchas especies, no solo nosotros, gastan gran cantidad de tiempo desafiando a otros, persiguiéndoles y jugando a luchas; y ellos también, generalmente, prefieren las posiciones mas vulnerables. 

Desde una perspectiva evolutiva la pregunta es obvia: respecto a los juegos de riesgo. ¿Por q existen? pueden ser causas de heridas ( lo cierto es que graves heridas son raras) o incluso (aunque sea también muy raro) llegar a morir. Entonces, ¿por q la selección natural no lo ha eliminado? No ha sido eliminado porque es evidente que los beneficios son superiores a los perjuicios, pero; ¿cuáles son estos beneficios? Estudios de laboratorios con animales nos dan algunas pistas. 

Los investigadores han diseñado formas de privar a las jóvenes ratas de juegos durante una fase crítica de su desarrollo, sin quitarles otras experiencias sociales. Esas ratas crecieron emocionalmente paralizadas (3,4). Cuando fueron colocadas en un nuevo espacio, ellas actuaron con miedo y con dificultad para adaptarse y explorar como una rata normal 

Cuando se situó a estas ratas con un compañero desconocido ellas alternaron comportamientos entre paralizarse por el miedo y comportarse de una forma inafectiva e incluso agresiva. Experimentos más recientes demostraron que ocurren cosas similares con jóvenes monos a los cuales se les privó de jugar (Aunque los controles en esos experimentos no fueron tan buenos como los que se realizaron con las ratas). 

Estos hallazgos han contribuido al desarrollo de una teoría de la regulación de la emoción en el juego. Teoría en la que una de las principales funciones del juegos es enseñar a los jóvenes animales a cómo regular su miedo y su ira (4). En los juegos de riesgo los jóvenes se auto gestionan con cantidades controlables de miedo y practican adaptándose mentalmente a la situación mientras que experimentan ese miedo. En el juegos en los que ellos aprenden a controlar su miedo, a superarlo y sobrevivir. En los juegos rudos y violentos también pueden experimentar la ira ya que un jugador puede herir a otro accidentalmente. Pero para continuar jugando, para continuar con la diversión, deben sobreponerse a su ira ya que si no la controlan, el juego termina. Entonces, de acuerdo con la teoría de la regulación de las emociones,  el juego es, entre otras cosas, el camino que los jóvenes animales utilizan para aprender a controlar su miedo y su ira de forma que ellos pueden encontrarse con peligros reales e interactuar en espacios cerrados con otros animales, sin sucumbir a emociones negativas. 

Cuando la responsabilidad social puede ser un riesgo - ExpokNews 

Imagen: juego en el que si se rompe la cuerda, los niños pueden caer y hacerse daño.

(Autor - foto: Internet)


LAS CONSECUENCIAS NEGATIVAS DE ELIMINAR EL JUEGO EN LA CULTURA DE HOY 


Sobre la base de este tipo de investigación, Sandseter (1) escribió en 2011 un artículo en la revista Psicología Evolutiva. Nosotros podemos observar un incremento de un neuroticismo o psicopatología en la sociedad, si los niños tienen obstáculos para participar en los juegos arriesgados acordes a su edad. La profesora Sandseter escribió esto como si fuese una predicción de futuro pero he revisado los datos en el texto libre para aprender y en otros sitios (5) indicando que el futuro está aquí y está aquí desde hace tiempo. 

 

Como resumen, la evidencia es esta: En los últimos 60 años nosotros hemos observado, en nuestra cultura, una continua, gradual, pero últimamente dramática inclinación a que no existan oportunidades de juegos libre en los niños sin que haya un control de adultos y especialmente en sus posibilidades u oportunidades para jugar en espacios de riesgo. En estos últimos 60 años nosotros también hemos observado un continuo y gradual pero últimamente dramático incremento en todo tipo de desórdenes en la infancia, especialmente desórdenes emocionales.  

Echemos la vista atrás a la lista de 6 categorías de juegos arriesgado. En los años 50 los niños pequeños jugaban normalmente en cualquier espacio y los adultos observaban y permitían que jugasen incluso aunque no estuviesen contentos con lo que pasaba. Ahora, los padres que permiten esos juegos serían acusados de negligencia por sus vecinos o incluso por la Administración. 

Aquí os muestro, permitidme esta digresión nostálgica, unos ejemplos de cómo eran mis juegos cuando era un niño, en los años 50. 


  • A los 5 años de edad, montaba en bicicleta con un amigo de 6 años, en el pueblo donde vivía y por los campos de los alrededores. Nuestros padres nos marcaron algunos límites, como por ejemplo cuándo teníamos que volver, pero ellos no restringían nuestro espacio de movimiento y, por supuesto, nosotros no teníamos teléfonos móviles ni teníamos posibilidad de contactar con nadie si nos perdíamos o nos hacíamos daño. 

  • Desde los 6 años en adelante otros niños que conocía y yo, llevábamos una navaja de bolsillo. Nosotros la usábamos no solo para tallar sino también para juegos que suponían lanzar cuchillos aunque nunca a otro niño.  

  • A las 8 años recuerdo cómo mis amigos pasábamos el recreo y la hora de la comida luchando en la nieve, en él o en el césped en un barranco cerca de nuestro colegio. Teníamos torneos que organizábamos nosotros mismos. Ningún profesor o adulto estaba atento a nuestra lucha o si lo hacían nunca interferían. 

 

  • Cuando tenía 10 u 11 años, mis amigos y yo pasamos todo un día patinando y haciendo una excursión de esquí en un gran lago de 5 millas de longitud que bordeaba nuestro pueblo, al norte de Minnesota. Llevábamos cerillas y ocasionalmente nos parábamos en las islas para construir fuegos y calentarnos. Con eso pretendíamos ser valientes exploradores. 

 

  • También cuando tenía 10 o 11 años se me permitió poner en marcha la gran y peligrosa impresora manual de la imprenta donde mis padres trabajaban. De hecho yo me tomaba libre en el colegio los martes (en quinto y sexto grado) para imprimir el periódico semanal de la ciudad. Los profesores y el director nunca se quejaron, al menos que yo supiese, y entiendo que ellos sabían que yo estaba aprendiendo lecciones más importantes en la imprenta qué las que aprendería en la escuela. 

 

Ese comportamiento no era raro los años 50. Mis padres podrían ser incluso algo más tolerantes que muchos otros padres pero no mucho más. ¿Cuánto de eso sería aceptable por muchos padres y otros adultos y otras autoridades hoy? Aquí hay un índice de hasta qué punto hemos llegado. En una reciente encuesta de alrededor de más de mil padres de familia en el Reino Unido, el 43% creían que los niños por debajo de la edad de los 14 no deberían de estar en la calle jugando sin control y la mitad de esos creían que no se les debe ver permitir moverse libremente hasta que tuviesen 16 años de edad (6). Pienso que si esa misma encuesta se hubiese hecho en los Estados Unidos los resultados habrían sido los mismos. Aventuras que solían ser normales para niños de 6 años ahora no están permitidas incluso para muchos adolescentes. 

Como he comentado, en el mismo periodo que nosotros hemos visto una reducción dramática en la libertad de los niños para jugar y especialmente en su libertad para abrazar el riesgo, hemos visto un aumento dramático de las enfermedades mentales en los niños. La mayor evidencia de esto viene de los análisis de rankings de los cuestionarios clínicos que hemos realizado en cantidad de grupos normativos de niños y de jóvenes en las últimas décadas (5).  Esos análisis revelan que muchos chicos jóvenes sufren hoy de 8 a 10 veces más trastornos clínicos significativos, como ansiedad y depresión, que en la década de los 50. Así como la pérdida de la libertad de los niños para abrazar el riesgo ha sido continuo y gradual también lo ha sido el aumento de las psicopatologías infantiles. 

 

La historia es irónica y trágica. Nosotros quitamos a los niños la libertad de los juegos arriesgados y los protegemos de una forma muy ostensible de lo que entendemos nosotros que es el peligro. Pero en ese proceso nosotros les generamos una crisis emocional. Los niños están diseñados por la naturaleza para aprender por sí mismos resiliencia emocional, jugando en situaciones de riesgo que les generan emociones. A largo plazo, les exponemos al peligro mucho más evitando que jueguen que permitiéndoselo y eso hace que les privemos de diversión. Se la pierden por nuestra culpa. 

 

 


JUGAR PARA ESTAR SEGURO, DEBE SER UN JUEGOS LIBRE NO COHIBIDO, DIRIGIDO O MARCADO POR LOS ADULTOS. 

 

Los niños están muy motivados para jugar en espacios de riesgo pero también son muy buenos sabiendo cuáles son sus propias capacidades y asumiendo y evitando riesgos si ellos no están preparados para asumirlos, tanto física como emocionalmente. Nuestros niños saben mejor que nosotros, para qué están preparados. Cuando los adultos presionan o incluso animan a los niños a asumir riesgos, para los que realmente no están preparados el resultado puede ser traumático no emocionante ni atractivo para ellos.  

Hay grandes diferencias entre niños incluso entre aquellos que son similares en edad tamaño y fuerza. Lo que para uno es emocionante y atractivo para otro es traumático para otro. Cuando los profesores de educación física piden a todos los niños que en una clase de educación física suban por una cuerda o por un palo hasta la parte más alta, algunos niños para los cuales el desafío es demasiado grande, experimentan trauma y vergüenza.  

En lugar de ayudarles y enseñarles a escalar y la experiencia en las alturas la experiencia les aleja para siempre las aventuras. Los niños saben dosificarse su miedo pero para ello, deben ser responsables de sus propios juegos. 

 

( Entre paréntesis afirmo que noto que existe un relativo pequeño porcentaje de niños que sobre estiman sus habilidades y se hacen daño repetidamente en los juegos de riesgo. Estos niños probablemente necesiten ayuda en el aprendizaje de esos juegos para hacerlos con moderación y menos riesgo). 

Es un hecho cargado de ironía que muchos niños se hagan daño en deportes dirigidos por adultos que en sus propios juegos elegidos y controlados por ellos mismos. Esto es porque la naturaleza estimulante y competitiva de los adultos lleva a los niños a arriesgarse a hacerse daño a sí mismos o a los demás, algo que no habrían hecho si ellos hubiesen elegido libremente el juegos. Los adultos también les animan en este tipo de deportes a especializarse y por tanto al uso excesivo de los músculos y articulaciones específicas. 

 

Según los últimos datos del centro de control y prevención de enfermedades de Estados Unidos, más de 3,5 millones de niños al año por debajo de los 14 años reciben tratamiento médico por heridas en los deportes. Eso es 1 de cada 7 niños que participan en deportes juveniles. La medicina deportiva para niños se ha convertido en un gran negocio gracias a que los adultos fuerzan a los jóvenes lanzadores a lanzar lo más lejos posible sus bolas de forma que a veces se dislocan los codos. Animan a jóvenes jugadores de fútbol americano a chocar tan fuerte que a veces tienen contusiones cerebrales, animan a los jóvenes nadadores a practicar tanto que incluso a menudo ellos tienen daño en los hombros de forma que necesitan una operación. Los niños que juegan para divertirse raramente se especializan. Ellos disfrutan introduciendo variedades en el juego y se paran cuando se hacen daño o cambian el espacio en el que están jugando. Esto es así porque todo es para divertirse y llevan cuidado en no hacerse daño. Los adultos que todo lo envuelven y muchos desean eventuales becas temporales trabajan contra lo que serían los medios naturales para prevenir el daño. 

 

De esta forma nosotros evitamos que los niños elijan sus propios juegos emocionantes, pensando que es peligroso, cuando en realidad no es tan peligroso y tiene beneficios que superan los peligros y, entonces, nosotros animamos a los niños a especializarse en deportes de alta competición donde los peligros de resultar heridos son mucho mayores. Es el momento de examinar nuestras prioridades. 

 

 

Referencias 

 

[1] Sandseter, E. (2011). Children’s risky play from an evolutionary perspective.  Evolutionary Psychology, 9, 257-284. 

[2] Spinke, M., Newberry, R., & Bekoff, M. (2001). Mammalian play: Training for the unexpected. The Quarterly Review of Biology, 76, 141-168. 

[3] e.g. Pellis,S., & Pellis, V. (2011).  Rough and tumble play: Training and using the socialbrain.  In A. D. Pelligrini (Ed.), The Oxford handbook of the development of play, 245-259. Oxford University Press. 

[4] LaFreniere, P. (2011). Evolutionary functions of social play: Life histories,sexdifferences, and emotion regulation.  American Journal of Play, 3, 464-488. 

[5] Gray, P. (2011). The decline of play and the rise of psychopathology in childhood and adolescence. American Journal of Play, 3, 443–463. 

[6] Referenced in Burssoni, M., Olsen, L., Pike, I., & Sleet, D. (2012).  Risky play and children’s safety: Balancing priorities for optimal development.  International Journal of Environmental Research and Public Health, 9, 3134-3148. 

[7]  For an excellent book on the harm adults cause to children in youth sports, see Mark Hyman’sUntil It Hurts 

 

Artículo original publicado el 7 de Abril de 2014 en Freedom To Learn: 

Autor: Peter Gray 

Traducción: Alberto Mohorte Medina ( Marzo 2022)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Comentarios

  1. Aunque la idea era resumir con nuestras propias palabras para comprobar que se ha captado la esencia del artículo y no una traducción, se percibe que existe reflexión y que la traducción está trabajada. El artículo es interesante. Me faltan un par de entradas en el blog sobre estudios publicados en revistas científicas y alguna referencia a blogs, redes sociales o medios de difusión masiva, etc. ¡Vais por buen camino pero falta trabajo aún!

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  2. Me gustaría felicitar a mi compañero por la excelente traducción de este artículo. Creo que es muy interesante y al tenerlo disponible en español facilita mucho su correcta comprensión. Se nota que está muy trabajado, incluyendo fotografías de cosecha propia.

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