Los cambios actuales en la sociedad parecen estar afectando a la vida de los más pequeños. Cada vez se expone a los niños a menos tiempo al aire libre, llenando sus horarios de actividades extraescolares en un entorno estéril y controlado. Todos sabemos que el juego promueve el bienestar físico, social y emocional. A través del juego, los más pequeños son capaces de experimentar, resolver problemas y pensar de forma más creativa. Además, el juego no estructurado ofrece unos beneficios únicos: La mejora de la autonomía y la autoconfianza.
Teniendo en cuenta el juego al aire libre, podemos encontrar una mejora del sistema inmune, una mayor absorción de vitamina D, desarrollo de los huesos, etc. Sin embargo, y en contra de toda esta evidencia científica, los niños pasan cada vez menos tiempo en entornos naturales.
En Portugal, se realizó una intervención en un grupo de 14 niños en edades tempranas, que pasaban muy poco tiempo al aire libre. Mediante este proyecto, se trató de introducir de forma progresiva el medio rural y natural. La recogida de datos fue de forma cualitativa (fotografías, vídeos, escritos...). El proyecto duró tres años, y se distinguieron tres puntos a remarcar: El contacto con los medios naturales, la importancia del riesgo y las diversas opciones de socialización. Nos centraremos, sobre todo, en la segunda:
La cultura del miedo nos ha llevado a infravalorar las capacidades de los más pequeños. Esto hace, que sin saberlo, sometamos a los niños a un entorno potencialmente más "peligroso" a largo plazo, ya que no tendrán la oportunidad de someterse a situaciones complejas y arriesgadas de las que puedan aprender. En este tipo de contextos, podemos encontrar situaciones muy ricas y variadas; desde trepar un árbol a utilizar el pensamiento divergente para encontrar una herramienta. Todo esto debe estar acompañado de la presencia de un adulto que le de el apoyo necesario en cada circunstancia, para así fomentar en el niño el autoconocimiento, la resolución de problemas o el desarrollo del espíritu emprendedor.
Es también muy común que en este tipo de entornos los niños sean capaces de experimentar diferentes sentimientos, como por ejemplo el fracaso, por el cual, mediante el aprendizaje ensayo-error pueden sacar conclusiones verdaderamente enriquecedoras. Si no sucede de esta forma, en un futuro serán incapaces de afrontar situaciones imprevisibles ya que no contarán con la confianza necesaria. Durante la intervención, hubo distintos momentos en los que los niños se sometieron a diferentes situaciones de riesgo, y muy acertadamente, en lugar de evitar la experiencia, los investigadores fueron capaces de facilitar herramientas para que pudiesen vivenciar e investigar aquello que más curiosidad les generaba.
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¿A qué conclusiones llega este artículo?¿cuáles son los resultados? Tiene muchas partes y en el resumen debe quedar claro el procedimiento.
ResponderEliminarEste interesante artículo habla y pone en valor la importancia del juego al aire libre, estructurado y no estructurado, destacando en ambos casos los beneficios para los niños en la mejora de su autonomía y su autoconfianza.
ResponderEliminarEstá demostrado que el juego al aire libre tiene ventajas no solo sociales sino también de carácter fisiológico; sin embargo ¿por qué en contra de todas estas evidencias científicas los niños cada vez juegan menos al aire libre y lo hacen en entornos más supuestamente seguros?
Para intentar dar respuesta a esta cuestión nos encontramos con estudios como el realizado en Portugal con un grupo de 14 niños, durante 3 años, en el cual se estudió el juego al aire libre con 3 elementos de referencia:
1º El contacto con los medios naturales
2º La importancia del riesgo
3º Las diversas opciones de socialización
Centrándonos en el segundo; la importancia del riesgo, llegamos a la conclusión de que se ha instaurado una cultura del miedo en los padres de los niños, que hace que infravaloremos sus capacidades para mantenerse seguros. Algo sorprendente ya que estos padres protectores que tanto abundan hoy en día en nuestro modelo de sociedad occidental, fueron niños no hace muchos años y disfrutaron de juegos, y más concretamente del juego arriesgado, sin prácticamente ninguna prohibición, contando con un ligero control por parte de sus padres. Para que exista un desarrollo completo del niño, este debe de ser capaz de experimentar diferentes sentimientos a los que puede llegar a través del juego arriesgado. La resolución de problemas, el desarrollo de su espíritu emprendedor o el tratamiento del fracaso. Todo esto lo puede aprender en juegos en los que el adulto no limite su actitud, sino que actúen como mero supervisor marcando unos límites claros pero que le permitan una libertad casi total. Es decir, libertad pero con supervisión.
Cada vez se ve más a niños jugando con teléfonos móviles o tablets, siendo unos elementos cada vez más importantes para los padres ya que, según su criterio, están jugando y seguros ya que están en un entorno controlado. Muchos padres consideran que las nuevas tecnologías son fundamentales para el futuro de sus hijos, pero en el fondo nos encontramos con padres siempre muy ocupados que ponen esta excusa para implicarse lo menos posible en la educación de sus hijos.
Por último, el contacto con elementos presentes en los juegos al aire libre, hace que se desarrolle su creatividad. Con unas ramas construyen una casa, con un palo y una cuerda un arco con flechas, y una rama puede ser la espada que todo aventurero lleva para enfrentarse al riesgo y superarlo. Semillas de su actitud cuando crezcan.
Tras leer y reflexionar acerca de este artículo, he llegado a la conclusión de que nos centramos en que los niños adquieran conocimientos teóricos en la escuela, una cultura básica, muchas veces de forma mecánica, sin entender ni interiorizar realmente este contenido. Dejamos totalmente de lado otro tipo de conocimientos y aprendizajes relacionados con uno mismo, con el desarrollo y crecimiento personal, aptitudes que en un futuro cobran vital importancia. Es cierto que es importante tener una cultura general. Pero, en mi opinión, el conocimiento de uno mismo, el desarrollo de la identidad personal, es muy importante y debería plantearse desde edades bien tempranas, siendo el juego arriesgado una herramienta idónea para ello.
ResponderEliminarTras leer la entrada y los comentarios de mis compañeros me gustaría recalcar una serie de cosas. En primer lugar, estoy totalmente de acuerdo con las opiniones de todos ellos. En segundo lugar, considero que la sociedad actual en general y los padres, no todos, en particular están produciendo un efecto muy negativo a los niños de hoy en día. Vivimos en una sociedad que gira en torno a la tecnología y los niños no se escapan de esta realidad. Cada vez aprenden a usar los aparatos electrónicos más pronto, y muchas veces por culpa de los padres, los cuales prefieren "distraer" a sus hijos con juegos o vídeos en el móvil o tablet antes que jugar con ellos o dejarlos experimentar en entornos al aire libre. Y es en entornos exteriores como parques o jardines donde los niños pequeños realmente tienen a su alcance una infinidad de herramientas con las que tomar riesgos, aprender sobre sí mismos, desarrollar su imaginación, etc.
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