Resumen
del artículo de Peter Grey :
“Juegos
arriesgados: porqué a los niñ@s les gusta y lo necesitan”.
El artículo
original fue publicado el 7 de abril de 2014 en la revista “Freedom to learn”
con el título: “Risky play: why Children Love it and need it.
En este
artículo, el autor habla de espacios de juego con cierto nivel de riesgo, que
son esenciales para el aprendizaje y el desarrollo del niño. Esos espacios de riesgo combinan la alegría de
la libertad con la medida correcta del miedo, que produce en ellos una
combinación estimulante y que en la mayoría de los casos aunque los padres no
lo crean, ellos son capaces de controlar.
Imagen:
dos niñas juegan por un pasillo estrecho, con un espacio de riesgo en el que
hay altura y se pueden mojar. Observemos como las niñas, sin que nadie les
haya dicho nada, andan pegadas a pared. Autor: Alberto Mohorte Medina
La profesora
noruega Ellen Sandseter , identifica 6 categorías de riesgo que siempre
aparecen en los juegos de niños:
1º Grandes
alturas
2º Grandes
velocidades
3º Herramientas
peligrosas
4º Elementos
peligrosos
5º Juegos sin
reglas del tipo peleas
6º Desaparecer;
El juego del escondite.
Todas estas categorías
de riesgo hacen que los niños evolucionen tanto en el conocimiento del medio
como en su propio conocimiento generando un desarrollo de su autoestima ya que
pueden comprobar sus capacidades y empezar a descubrir cuáles son sus límites.
Afirma el
autor del artículo, Peter Grey, que ha observado como jóvenes mamíferos también
disfrutan del juego arriesgado. Si fuese realmente peligroso sería la propia
selección natural la que los habría eliminado, pero no lo ha hecho porque es
evidente que los beneficios son superiores a los riesgos. Estudios científicos
con ratas han contribuido al desarrollo de una teoría conocida
como “de la regulación de la de la emoción en el juego” . Esta
teoría afirma que una de las principales funciones del juego es enseñar a los
jóvenes, tanto a animales a cómo a personas, a regular su miedo y su ira. En
los juegos arriesgados tanto los animales jóvenes como los niños gestionan
ciertas cantidades de miedo controlable y practican las sensaciones adaptándose
mentalmente a la situación de riesgo mientras experimentan ese miedo. Esa
cantidad controlable de miedo les permite autocontrolarse, superarlo y
sobrevivir.
Ellen
Sandseter Ha detectado consecuencias negativas al eliminar el juego arriesgado
en nuestra cultura. Afirma qué podemos observar un incremento de un
neuroticismo o psicopatología en la sociedad si los niños tienen obstáculos o
impedimentos para participar en los juegos arriesgados acordes a su edad.
Podemos
observar en nuestra cultura una continua y gradual inclinación de los padres a
que no existan oportunidades de juegos de riesgo o juegos libres en los niños, sin que haya un control por parte de los adultos.
A mediados
del siglo pasado era absolutamente normal en nuestra cultura que los niños y
jóvenes jugasen en la calle sin ningún tipo de problema, y prácticamente sin
ningún control por parte de los adultos. Hoy por hoy, los padres que permiten
este tipo de juegos en espacios de libertad en los niños serían acusados de
negligencia por sus vecinos o incluso por la propia Administración.
Como
conclusión, los dos profesores exponen que la pérdida de libertad de los niños
para abrazar el riesgo ha sido continua y gradual, aumentando de igual forma las
psicopatologías infantiles.
Personalmente
opino que los padres que no dan libertad en el juego a sus hijos, les generan
una crisis emocional. Esto, evidentemente los padres no lo saben. Deberían
saber que los niños, es decir, nosotros cuando somos pequeños, estamos
diseñados por la naturaleza para aprender por nosotros mismos resiliencia
emocional y a jugar en situaciones de riesgo que nos generen emociones. Emociones
que al madurar convertimos en fortalezas.
El artículo
también hace una reflexión sobre un estudio en el cual puede demostrar que los
juegos dirigidos por los adultos, y aquí hablamos de juegos o de entrenamientos
deportivos, llevan más niños al hospital qué si esos mismos niños pudiesen
hacer los juegos que les apeteciera sin un control parental excesivo.
Como resumen
final, los adultos, padres y referentes de los niños, tenemos que permitir que
elijan sus propios juegos emocionantes sabiendo que en realidad no es tan
peligroso y que tiene beneficios que superan esos peligros que intrínsecamente
tienen esos juegos.
Personalmente, me ha parecido muy interesante este artículo y me ha recordado al documental que vimos en clase respecto al juego y su importancia en todos los seres vivos. Me parece interesante que hasta en los animales que a primera vista pueden parecer más simples, podamos ver presente el juego.
ResponderEliminarCon el paso de los años y las facilidades que nos ha brindado el desarrollo tecnológico, los niños han dejado de llenar las calles con sus juegos y cantos reduciéndolos a una pequeña pantalla en la que todo tiene cabida. Puede que este hecho genere cierta seguridad y tranquilidad a los padres al pensar que de esta forma pueden tener más controlados a sus hijos, "a salvo". Sin embargo, realmente no son conscientes de la cantidad de experiencias, estímulos y aprendizajes a los que están privando a sus hijos. Mucho menos, de las consecuencias negativas que esto puede desencadenar sobre su crecimiento y desarrollo.
Creo que deberíamos acompañar a los niños en su aprendizaje, pero sin interferir en el mismo, de forma que poco a poco aprendan por ellos mismos tanto del mundo que les rodea como sobre sí mismos.
Este artículo no hace mas que reafirmar aquello que hemos comentado ya en más de una ocasión. Y es que esta clase de juegos son necesarios para el correcto desarrollo de la personalidad de los más pequeños.
ResponderEliminarLa regulación de la conducta y de las emociones es, bajo mi punto de vista, una de las grandes carencias de la población actual, ya que no se nos forma de forma directa en estos ámbitos. Es entonces, mediante experiencias arriesgadas, cuando se pueden desarrollar estos conceptos de forma autodidáctica. Y es que como se dice, si estos juegos pusieran de forma relevante nuestra salud en peligo, la propia selección natural los hubiera suprimido.
Pero va a ser esta curiosidad que se desarrolla en los primeros años de vida, la que nos va a ayudar a fomentar un pensamiento crítico y creativo, además de poder dicernir entre diferentes situaciones y sus futuras consecuencias. Es de esta forma, que, desde mi punto de vista, el papel de los padres y los educadores va a tener un papel crucial en este desarrollo, para así poder regular los diferentes riesgos que asumen los niños y poder generar un ambiente de aprendizaje con un riesgo asumible.